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O más precisamente, sobre las formas en que la rebelión pingüina impactó en la cotidianeidad juvenil y sus proyecciones posteriores en términos de involucramiento político. Y aun cuando no ha sido propósito en este análisis la pregunta por el después, o postrebelión pingüina, es necesario introducir algunas reflexiones que permitan leer interpretativamente lo que cambió en términos de subjetividad juvenil a partir del proceso de movilización desarrollado en ese invierno de 2006. En la segunda generación estudiada operativa entre 1961 y 1989, las transformaciones de tipo productivo (labores de pesca y recolección de mariscos), la mayor oferta educativa y la modernización de la sociedad urbana desencadenarán una alteración en la soltería, reconvirtiéndola en una adscripción juvenil con una densidad biográfica mayor. El surgimiento del «pololeo», o noviazgo casual, es un dispositivo que ayuda a prolongar la soltería de esta generación, juveni-lizándola pero, a su vez, abrevia esta juvenilización, por la mayor permisividad sexual que trae aparejado el pololeo, el que desemboca en una descendencia a sustentar.

Si bien comparten con las vanguardias ciertas concepciones sobre el trabajo —como placer y obtención de satisfacción estética y como innovación—, lo que los particulariza o identifica de manera distintiva es la combinación de creatividad y capacidad emprendedora que he denominado «pasión emprendedora». Esto es, tienen la capacidad de tomar el riesgo de emprender, en el sentido ejecutivo del término, nuevas concepts y difundirlas entre nuevos públicos y mercados a partir de asociarse con otros creativos para trabajar, crear y proyectar. Las formas de asociación con otros son muy diversas, pero tienen en común conformar colectivos autogestionados alrededor de proyectos creativo-empresariales que terminan cuando los proyectos se acaban. Viven, trabajan y construyen sus circuitos de diversión entre el Centro Histórico y las colonias Polanco, Condesa y Roma, San Rafael, Escandón, Santa María la Ribera, zona históricamente urbanizada de la Ciudad de México.

Es así como la «rebelión de los pingüinos»,17 lejos de quedar reducida a una expresión de los desajustes socioestructurales del «sistema educativo», emerge aquí como un «estado naciente» (Alberoni, 1984). Es decir, un proceso social en el cual se despliegan prácticas y significados culturales que expresan las dinámicas de cambio y continuidad en un lugar y momento temporal específico, y que en términos metodológicos implica articular dimensiones objetivas y subjetivas que producen el conflicto, focalizando, por tanto, el análisis no sólo en las institucionalidades sino que también en los procesos constituyentes de grupalidades. 25 Término desarrollado por Reguillo (2011) que preferimos utilizar en vez de exclusión, para designar el proceso social que tiene lugar en el México de hoy, en donde ciertas políticas neoliberales tienden a dificultar el acceso a los bienes y servicios por parte de amplios sectores de la población. Macuarrada y nopalitos son términos discriminatorios que refieren a indígenas como personas de calidad inferior. Concluimos este ensayo planteando cinco tendencias centrales en la transición de la generación x a la generación @ en América Latina. Algunos sostuvieron que su trabajo consiste en crear y que mucho de lo que vivían en la metrópoli les servía como medio para crear «cosas» y ambientes o conceptos imaginativamente.

Una de sus expresiones más visibles tiene que ver con las hibridaciones de las prácticas culturales y sociales de los sujetos jóvenes, cuyos productos resultantes muestran transformaciones importantes en términos de la construcción identitaria juvenil contemporánea, que si bien manifiesta pertenencias, tiende a abrirse a la experiencia con unos otros distintos. Las imágenes culturales de lo juvenil que circulan en los circuitos del mainstream world no solo se reproducen a nivel native en reapropiaciones socioculturales específicas, sino que también manifiestan de manera acelerada estas apropiaciones locales y las devuelven al re-colocar ciertas tendencias en otras latitudes. Los casos de los metaleros rurales o los jóvenes indios en las grandes urbes que gustan del ska y del punk, como vimos en este texto, nos muestran un atisbo de esta glocalization (Boyd-Barret, 1997). Una característica central, según los casos presentados en este ensayo, es la profunda desigualdad social que marca estructuralmente a los sujetos jóvenes en nuestro continente. El acceso desigual a los bienes y servicios provoca tensiones constantes al inside plomero 24 horas capital federal de las generaciones.

Se instalaron, sin pensarlo siquiera, en la primera movilización global que usó las tecnologías de la información como ninguna otra antes. Este movimiento ilustra muy bien la forma en que la generación X tuvo que lidiar con el advenimiento de web. 23 Esta investigación es resultado de un análisis longitudinal que cada año se realiza en más de 32 países, para conocer los hábitos y tendencias de las personas con respecto a las tecnologías de información y comunicación asociadas a internet plomeros en santo domingo. El estudio se llevó a cabo en México, específicamente en ciudades con más de 20 mil habitantes. El trabajo de campo fue realizado durante diciembre de 2010, enero y febrero de 2011, y el procesamiento de la información se concluyó en marzo. En México esta investigación está a cargo de Octavio Islas, investigador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de México, Campus Estado de México (ITESM/CEM).

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Sus productos culturales son artístico-funcionales a la vida moderna en la ciudad y su trabajo creativo es para cierto segmento del mercado. No son contrarios a lo comercial, consideran que se puede crear en lo comercial y se puede vivir de lo que se trabaja y hace creativamente. Desde el marco organizacional del «mercado» (Hannerz, 1998), los developments pueden ser ubicados como vendedores de ciertos productos culturales novedosos, más precisamente, son generadores de nuevas demandas entre clientes que están a la caza de bienes, servicios e ideas innovadoras para luego comercializarlas en gran escala a través del mercado. Lo ocurrido en esos casi dos meses del 2006 reubicó los términos de la conversación social entre juventud y política. Sin embargo, poco ha sido el stability sobre el después en términos de los propios actores juveniles.

Delimitar las generaciones de jóvenes en América Latina no es una tarea fácil para los investigadores, pues implica considerar diversos contextos socioculturales en la conformación de los distintos modos de ser joven. En muchos países, regiones y localidades de América Latina las categorías como clase, etnia y género tienen pesos mucho más definitorios en la conformación de sus condiciones juveniles o juventudes. Parafraseando a Rosaldo (1991), y de manera exploratoria, este texto aborda estas relaciones como líneas que se intersectan en zonas contemporáneas transfronterizas con múltiples líneas como urbano, rural, región, global, migración, generación, nacionalidad, política, vestido, gustos musicales, etcétera, que complejizan aún más el análisis de la condición juvenil contemporánea en países como México y Chile. El tema de la juventud indígena3 no ha sido central ni en la investigación ni en la política social. Entre las razones de este desentendimiento, está el reciente reconocimiento de un periodo etario dentro de los pueblos indígenas diferente de la infancia y la adultez.

Se consideran urbícolas y sienten que su fuente de inspiración creativa está en esa diversidad étnica y social del centro de la ciudad y no en la periferia donde habitan los sectores altos, medios altos y los sectores más pobres. La ciudad es valorada en su posibilidad de encontrarse e interactuar con otros muy distintos a ellos mismos. A partir de cinco casos de jóvenes latinoamericanos —indios, migrantes, pingüinos, generación 2.zero y trendsetters—, problematizamos la noción misma de generación en los contextos sociopolíticos y culturales de la región. Identificamos algunos rasgos transicionales de la llamada generación X a la generación @ a partir de las identidades juveniles latinoamericanas que evocan empalmes o palimpsestos en las propias subjetividades de los actores que desde la política, el consumo, la desigual incorporación tecnológica, la migración y la neorruralidad dibujan las peculiaridades generacionales latinoamericanas. La globalización, que ha traído importantes efectos en el plano de la cultura, se traduce en apropiaciones locales que impregnan de un cariz especial a la generación x en América Latina. Frente a la tendencia homogeneizante de la cultura world, cada localidad es tipificada por la hibridación cultural y la heterogeneidad, sujetas a fuerzas transnacionales/globales (Boyd-Barret, 1997).

La emergencia de algo que puede denominarse período juvenil entre la población étnica que habita en los pueblos como en las ciudades se enmarca entre los vertiginosos y dislocantes cambios de los últimos veinticinco años en las dimensiones económica, tecnológica, social y cultural de la sociedad mexicana, los cuales están modificando sustantivamente las vidas diarias de las personas, y en especial de los/as jóvenes. Entendemos que el siglo xxi evidencia nuevas circunstancias de la interculturalidad en términos de la aceptación o inclusión de la diferencia entre los modos de convivencia entre distintos grupos y jóvenes que pueden ser leídas en clave generacional. Enmarcadas en el contexto de una globalización asimétrica, resulta relevante el cuestionamiento acerca de cómo resolverán estas asimetrías sujetos socializados en unas mismas coordenadas temporales. Asumimos que la discusión generacional en América Latina pasará, necesariamente, por un debate acerca de la interculturalidad que incluya la aceptación de la diferencia. Y, de manera puntual, por la forma en que se resuelvan las diferencias culturales intrageneracionales en esta región. Así lo demuestran los datos más recientes, según los cuales, la mitad del país tiene menos de 26 años (inegi, 2011).

Los casos mostrados en este ensayo, México y Chile, ilustran las tensiones generacionales que ocurren entre estos mundos rurales y/o indígenas y la escena urbana. Por un lado, constatamos la migración y consecuente visibilización de los jóvenes indios en las ciudades y, por otro, la irrupción de ciertas formas juveniles culturales urbanas que impactan los mundos rurales. Estas tensiones provocan importantes transformaciones socioculturales en relación a la construcción de las diversas juventudes en cada contexto sociocultural, de cómo se recuperen u olviden las tradiciones y se construyan nuevas formas de ser joven en las nuevas realidades migrantes y locales que la globalización está provocando desde hace un cuarto de siglo en las zonas de expulsión o de arribo de los jóvenes. Asimismo, estas nuevas realidades transforman ciertas prácticas sociales y permiten la emergencia de novedosos consumos culturales. Esta heterogeneidad se traduce en distintos modos de ser joven, algunos más vinculados a la globalización —ya sea a través del mercado de trabajo, internet y la cultura digital, medios de comunicación o redes afectivas de migrantes cercanos— y otros más ligados a culturas regionales y/o locales.


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