De La Generación X A La Generación @ : Trazos Transicionales E Identidades Juveniles En América Latina


Estas tensiones obligan a la problematización de la categorización generacional latinoamericana. Si bien las generaciones no son estructuras compactas, como hemos dicho, en esta región lo son menos. Las categorías juventud, clase, etnia y género no son neutras, conforman tipos específicos de desigualdades, producto de relaciones sociales y de poder históricamente constituidas en cada país, región y localidad y son usadas como herramientas para common y normar asimétricamente las relaciones entre jóvenes/adultos, ricos y pobres, entre quienes poseen capital y poder y quienes no lo poseen, entre mestizos, blancos e indígenas, entre hombres y mujeres.

3 El término indígena en México oculta las 62 etnias realmente existentes en todo el territorio nacional, decidimos utilizarlo aquí, porque así los denominan los urbícolas y también las instituciones con las que interactúan. 2 Término popularizado durante la década de los noventa por Al Gore para referirse a internet. Hace más de un siglo, Starrettt ofrece al mercado mundial productos de alta tecnología con calidad superior. Ha sido un símbolo de liderazgo y servicios de confianza en manufactura de herramientas finas de precisión.

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Habrá que seguirle la pista a las formas distintas en que están accediendo a web y participando en la cultura digital, en las redes sociales, impactando en la producción noticiosa; así como en la transformación de lo político en los contextos particulares de los países latinoamericanos, que tienen, no lo olvidemos, su propia especificidad. Entre los cambios más importantes que el espacio virtual está propiciando en la construcción de los jóvenes como actores sociales, está «la gestión del yo» o la producción de la presencia y visibilización juvenil de maneras más individuales a las maneras colectivas-grupales del siglo XX. Desde el marco «forma de vida», los trends plomeria 24 hs se ubican de una manera particular entre los generadores y difusores de novedosos estilos de vida y de trabajo.

Paralelamente, el acceso a las tecnologías de la información también ha ido incrementándose en los últimos años.19 Si bien es cierto que la brecha tecnológica sigue imprimiendo diferencias brutales entre la población que no accede a la tecnología y la que sí, es innegable también el hecho de que amplios sectores de la población, sobre todo en sectores urbanos,20 están conectados. Según datos del último estudio de la AMIPCI (2011), en 2010 el número de internautas alcanzó los 34.9 millones; es decir, de cada one hundred viviendas en México, 29 poseen una computadora y el 70% de la población que tiene computadora en casa, tiene acceso a internet. De nuevo, según el mencionado estudio, el 27% de la población que cuenta con servicios de internet tiene entre doce y diecisiete años y el 23% tiene entre dieciocho y veinticuatro años. Si sumamos los porcentajes, la mitad de los usuarios de internet en México son jóvenes (entre doce y veinticuatro años).

Para ello describiremos a grandes rasgos la situación de la juventud mexicana y su acceso a internet. En un segundo momento, planteamos el concepto de generación y su utilidad heurística para la caracterización de un grupo social determinado. Finalmente, describimos las características de la generación 2.zero en México y su potencialidad generadora de nuevas formas de participación política en el futuro próximo.

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En este sentido, la emergencia de estas identidades juveniles es una hipérbole del propio reacomodo de las interconexiones rurales y urbanas en Chile. El largo proceso constitutivo de culturas juveniles en el mundo urbano del país desde los años cincuenta (coléricos, carlotos, sicodélicos, revolucionarios, etcétera) es inexistente en el mundo rural hasta los años noventa. A partir de allí, parece experimentarse una compresión histórica, un salto sociocultural abrupto que, en menos de una década, produce jóvenes «juvenilizados».

Bajo la etiqueta «jóvenes indígenas» se esconden diferencias de todo tipo incluyendo de clase, edad, origen étnico, educación, ocupación, profesión, expectativas, estilos de vida, y muchas otras, las cuales conforman prácticas culturales y espaciales urbanas muy diversas. Lo que haremos fontanero gas será mirar este palimpsesto generacional, producto de temporalidades superpuestas que configuran ciertas subjetividades juveniles latinoamericanas. Asumimos esta perspectiva, que resulta más compleja, y que nos planteará una dificultad para nombrar taxativamente a las generaciones.

Sostuvimos al inicio de este capítulo que las generaciones no son estructuras compactas, sino únicamente referentes simbólicos que identifican vagamente a los agentes socializados en unas mismas coordenadas temporales. Así pues, la heterogeneidad se muestra como una clave para pensar a la generación en este continente y nos obliga a cuestionarnos acerca de las formas culturales en que la posmodernidad latinoamericana se materializa. En principio, sostenemos que existe una generación que ha accedido a la juventud en los albores de este siglo compuesta por agentes socializados en una ubicación geopolítica que los hace competir asimétricamente con otros que lo han hecho en regiones en donde se ubican los centros que detentan el poder político y económico. Y que desde ahí, la generación x en América Latina muestra unas aristas difusas, pero que aún así pueden ser identificados con ciertos referentes simbólicos globales. Una primera característica evidenciada cube relación con los tiempos y espacios de la política. Mientras la política de los adultos espacializa en un solo lugar su práctica (el parlamento, los partidos políticos), la política cultural de los jóvenes la escenifica en la cotidianeidad (sus cuerpos, su sociabilidad, sus territorios más próximos).

Son construcciones socioculturales que han convertido las diferencias de edad o las biológicas del sexo en jerarquías de poder, de estatus y de ingresos a través de complejos sistemas de diferenciación y distinción culturales, que justifican constantemente la posición subordinada y dependiente de las mujeres, de los jóvenes, de los pobres, de las clases medias y populares, de los indígenas. Asentados en un estudio etnográfico,13 basado en historias de vida del distrito rural-costero de Chaihuín,14 en el sur de Chile, queremos dar cuenta de algunos elementos contribuyentes a la formación de la identidad juvenil en este espacio, referido a la última generación de jóvenes en estudio operativa entre 1990 y 2003. Dicha identidad juvenil la contrastaremos con información perteneciente a las generaciones precedentes con el objetivo de ilustrar la dialéctica de dichas adscripciones identitarias en el tiempo. Históricamente —en el amplio espectro de sociedades basadas en la producción agrícola, ganadera y silvícola que ocupan un lugar subordinado en conjuntos estatales más amplios—, la juventud acostumbra a coincidir con una etapa de semide-pendencia social, caracterizada por una precoz inserción laboral y por un estatus subordinado de los jóvenes en el seno de la familia. Dado el carácter doméstico de las unidades de producción y consumo, todo está en función de su reproducción material y moral.


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